martes, 11 de mayo de 2010

Estefanía Rubio gana el 2º premio Relato Corto del Ayuntameniento de Úbeda


Un viaje por Andalucía
Sueños
Estefanía Rubio López, 15 años
I.E.S. Los Cerros 4ºC ESO, Úbeda

La luz del flexo iluminaba la habitación de la chica. Era tarde, aún así, María se había quedado estudiando aquel importantísimo examen de historia. Trataba sobre la conquista de los Reyes Católicos sobre el Reino Nazarí de Granada, pero a ella solo le parecían miles de letras y fechas sin sentido. Pasaba las hojas distraídamente, mirando de vez en cuando al contenido de los apuntes, pero estaba cansada, era de noche y se le estaban cerrando los ojos…
De repente, el libro empezó a dar vueltas cada vez más rápido. La chica, mareada cerró los ojos y notó como se elevaba en el aire. Entreabrió los ojos para ver que ocurría; la habitación daba vueltas rápidamente y, en un instante el libro la absorbió.
Despertó. Se había quedado inconsciente. Abrió los ojos lánguidamente ya que algo le decía que el peligro había pasado. Estaba tumbada bocarriba entre varias mullidas almohadas y, el techo de la gran sala no era ni por asomo parecido al de su habitación. Estaba decorado con estucos y labrados semejantes a estalactitas. Se incorporó aún un poco mareada y descubrió que tampoco llevaba puesto su pijama, sino una fina túnica de seda roja con adornos de oro y su largo pelo recogido en un moño.
Observó con atención la gran habitación cubierta por azulejos de formas geométricas y vivos colores, decorada con muebles antiguos, tapices y alfombras. Aquello era espléndido, hermoso, perfecto. Por los grandes ventanales entraban los rayos de luz del día y se rompían en bellos caleidoscopios de múltiples colores. Se fijó en la puerta que había en el otro extremo de la sala y se dirigió a ella, descalza por fresco suelo de jaspe.
Desembocó en un gran patio de aspecto fastuoso en donde pequeñas y delgadas columnas de mármol que recordaban al marfil sujetaban el techo mediante una especie de arcos que asemejaban a encajes de hilo bordados. Presidiendo, en el centro, una gran fuente sujetada por doce leones de piedra por cuyas bocas manaba abundante y cristalina agua. Abandonó el lugar maravillada por el suave susurro que producía el agua y salió a un amplio jardín lleno de flores y fuentes y, al instante, un fuerte aroma a azahar y jazmín la invadió. María inspiró ese fresco y agradable aroma y avanzó hacia la sombra de un gran ciprés. Recapacitó, pensó e hizo memoria adivinando entonces que se encontraba en la Alhambra de Granada. No sabía cómo había llegado hasta allí pero ese lugar irradiaba paz y tranquilidad y se sentó en la sombra de aquel árbol y bebió de la hermosura de aquel fantástico lugar. Cerró los ojos poniendo atención a todas las percepciones que sus sentidos captaban, la suave brisa que hacia mecer las hojas de los árboles, el fresco aroma de la multitud de flores de aquel jardín, el piar y el revoloteo de los pájaros entre las ramas, y el suave murmullo del agua en las fuentes y las acequias.
Entonces alguien la cogió del brazo obligándola a despertar de ese hermoso trance. Un poco enfadada abrió los ojos para reprocharle a la persona que la había molestado que la dejase en paz y se encontró con una mirada penetrante de ojos verdes que conocía muy bien, era Dani el chico de su clase que tanto le gustaba. Los dos salieron corriendo hacia las altas torres que dominaban la Alhambra. Atravesaron varias salas y jardines, subiendo las dificultosas escaleras y llegaron a lo alto de la torre.
- Dani, ¿qué ocurre?
- Mira ya no queda tiempo, todo va a ser destruido debes salvarte.
Dani le mostró la ciudad. Estaba en llamas. Se escuchaban los gritos horrorizados de sus habitantes. María comprendió qué pasaba; se encontraba en plena conquista de la Ciudad de Granada por los Reyes Católicos.
- Pero Dani, yo…
De repente el chico la besó con dulzura, y ella bebió de ese beso con avidez.
- Despierta…
Y entonces la empujó al vacio.
María despertó sobresaltada. El despertador estaba sonando y ella se encontraba echada sobre la mesa de su cuarto. Se había quedado durmiendo y lo peor de esto era que no se sabía el examen… Recogió sus cosas acordándose de ese beso.